En la F1 actual, no basta con tener una, dos o cuatro coronas para sentirte satisfecho… La primera usual aspiración de todo piloto cuando llega a la Fórmula Uno suele ser la ansiedad de entenderse con el auto y ser asertivo con el mismo. Inmediatamente llega la otra premisa: Superar a tu compañero de equipo. Luego –Y dependiendo del equipo donde corra- conseguir resultados, para algunos un primer punto como recién acaba de ocurrir con Jules Bianchi, para otros pelear a figuras establecidas y causar gran impresión para acto seguido aspirar al podio y obvio: Tu primera victoria.
Después que has ganado, algunos se sentirán épicos y hasta conformes en haber ingresado a ese listín escueto de ganadores y figurar en los libros de records sobre todo; Si dicha victoria llega tras años de competir sin éxito. Pero a muchos otros se les abre el apetito por más. Más victorias significan ir a pelear el título. Ir a pelear el título implica lidiar con presiones insospechadas, problemas de patrocinio, de inclinar al equipo a tu favor, de mirar los mimos que le hacen a tu compañero de escuadra, de ganarte indulgencia con gente clave dentro del equipo y de sostener una consistencia increíble viajando por todos los continentes, en husos horarios distintos. Significa tragar grueso cuando el reglaje de tu compañero es superior, significar sentirte impotente porque lo que puedas entregar es comparativamente poco en relación a lo que debes dedicar por horas, días, semanas, día y noches: Conocer al auto, entregar la información a los ingenieros y comerte las “verdes” porque resulta que el auto “no va” a tu gusto, sobrevira cuando a ti te gusta que subvire y viceversa. Significa morderte las uñas porque descubres que a igual material te están superando dentro y fuera del equipo, significa la tensión de pensar en retirarte con la ambición truncada porque un joven del que crees no es mejor que tu, se pasea dentro del “box” te da la mano y te muestra sin querer su respaldo económico. Te las tienes que ingeniar cuando el próximo paso es atender a la prensa con sus preguntas antipáticas de “Porqué” mengano es más rápido que tu o porqué has ignorado la estrategia del equipo. Te las pones amarillas cuando pierdes peso, vas al gimnasio, practicas rehabilitación de tu espalda, brazos, haces actos corporativos y las miradas te siguen escrutando cada gesto. Y llega ese día en el que finalmente te lo planteas en firme: O te conformas con lo que tienes y te retiras con la cara en alto, o dices “no más” para correr el resto de tu vida con wikipedia diciendo que tu compañero de equipo o tus rivales en otros autos te han destruido la moral. O bien, decides desgastarte en autos cada vez menos competitivos, esperando una situación caótica donde terminen cinco y tu apenas seas el tercero y celebres ese podio que no satisfizará a los más jóvenes que prefieren a ese acicalado joven que tanto llama la atención… Todo lo anterior, nos sirve de abreboca para comprender la problemática de nuestros campeones en la grilla actual de la Formula Uno. Hace rato dejaron atrás la dinámica de “Querer ganar” para pasar a planos superiores y complejos. Veamos.
1) Fernando Alonso:
Corren semanas antes del último Gran Premio de la temporada 1997 que trajo al novísimo Jacques Villeneuve como recién coronado con una pole de tres cronos idénticos y un Michael Schumacher cayendo en el oscuro foso de sus peores instintos al quedar sin un solo punto en el mundial por tratar de resolver la justa con una patética maniobra no exitosa en contra del canadiense. La afamada agencia de noticias EFE (España) declama que “La Fórmula Uno, un deporte sin interés alguno para España, tendrá una final con algo de entusiasmo en el trazado jereziano” y en 1994 cuando Schumacher probaba recién fichado por Ferrari la V12 que daría paso a su F310, repitió el mismo diezmo a la F1. Cosas de la vida, 10 años después, un tal Fernando Alonso ha hecho que aquel redactor de dicha agencia posiblemente se una a la pelea por la retransmisión de la última hazaña del asturiano, con dos títulos y cifras de audiencia que hacen palidecer a la liga de fútbol entre otros. Con hasta dos Grandes Premios en un mismo calendario y con el coro interminable de una afición que ya no es de España sino del mundo hispano en general. Los que consideran que Alonso es un individuo que lucha heroicamente contra un equipo que parece querer lo peor para él. Y su meta es confesa: Un tricampeonato que le permita pensar en Le Mans y hasta en la Indy Car. Así lo ha dicho.
La historia de Alonso, empezó en Minardi y meteóricamente se encumbró a Renault. En ambos el “nano” demostró su talento, su velocidad unida a un sentido común digno de hacer notar: Aprovechar con planimetría cada escenario. Pero aunque Flavio Briatore había tomado el testigo de cómo mover los hilos de un “genio” que le recordaba su orgullo de haber redescubierto y posicionado a Michael Schumacher, Flavio no esperaría una movida “personal” de su ahijado: Marchar a McLaren. Alonso, detectó que el límite presupuestario impuesto por Carlos Ghosn, no le permitiría tener un auto de primer nivel que a fin de cuentas, le dio la oportunidad de desbancar al binomio Schumacher-Ferrari. Y el “Nano” no es tampoco ese pendejo que no le gusta el dinero y el buen contrato: La movida con Santander en sinergia con Vodafone le reportaba muchos quilates y Ron Dennis se las apañó para sustituir la caída de interés que significó la renuncia intempestiva de Montoya convenciendo al español. La lucha de titanes involucraba un nido de alacranes en donde Di Montezemolo no estaba exento. Alonso empezó pues su transitar con las flechas de plata que sonreían junto a Mercedes habiendo dejado en ridículo a Briatore y al “frugal” señor Ghosn.
Los problemas empezaron rápido dentro de McLaren. Alonso sería acompañado por Lewis Hamilton, ese moreno inglés de aspecto caribeño que traía a sus espaldas un currículo notable. Lewis, era “cosecha McLaren” pero no presumía de un respaldo de alta valía como Alonso con Santander dispuesto a seguir sus pasos. No pudo imaginar entonces el hispano que por muy capaz que fuese el debutante le iba a lidiar desde la primera libre en Australia, cada crono, cada paso por curva. Fernando venía de la escuela Briatore donde si Fisichella ganaba el Gran Premio de Australia, el dirigente italiano dejaba en claro que la estrella era él ¡No el que había empezando ganando la temporada! Flavio le enseñó a Fernando que debía buscarse a todo lugar su jerarquía dentro del equipo, que contaba con su apoyo y que los recursos para ellos deberían ser ilimitados. Y Fernando lo aprendió demasiado bien…
Cuando el cáos se apoderó de la relación Alonso-Hamilton en Woking, un Ron Dennis estupefacto no daba crédito a lo que veía. Pensaba que la epopeya Senna-Prost había sido suficiente pero no, aunque salvando las distancias y contextos, su “criado” y el campeón estaban dispuestos a cualquier cosa. Y ese “cualquier cosa” significó a colaborar de manera expedita con el grave incidente del “Spygate” y romper sobre la marcha con el contrato firmado. Para Alonso y su séquito de colaboradores entre medios de televisión, representantes de Santander y millares de aficionados, en McLaren se apoyaba deliberadamente a Hamilton en detrimento del español. La pregunta que pocos hicieron y nadie respondió es si realmente el inglés era inesperadamente rápido y porqué si Dennis sacrificó su amistad con Prost para que Senna resolviera a favor e hizo lo propio con Coulthard para que Hakkinen tomara reinado, iba a ser distinto con Alonso casualmente.
Alonso, regresaría al rezago de Renault pero todo había cambiado como lo pudo imaginar. No tardó entonces de volver a salir de las faldas de Briatore con su máximo reto: Ferrari. En Maranello la triangulación con Santander fue expedita y las garantías de que el factor jerárquico sería respetado se hicieron patentes. Raikkonen, aunque había entregado un título con mucho valor a la gestión Domenicalli recién naciente, salía por la puerta de atrás pues la diferencia la hacía Santander. Mientras; Massa –Que casi había hecho lo propio- no sabía lo que comenzaría a vivir: La repetición del documental de lágrimas que Barrichello dejó allanado…
El problema para Fernando no sería Massa. Felipe era comparativamente, tanto y más rápido a una vuelta pero mucho menos homogéneo en cada Gran Premio y nada consistente en función del campeonato del mundo. El problema es que sin saberlo, Alonso llegaba en medio de una gestión en donde todo estaba revuelto y apellidos como Brawn, Todt y Byrne habían marchado. Ferrari también iniciaba una nueva era de menos influencia política con el crecimiento de Red Bull. La jerarquía hacía Alonso se hizo notar con el inolvidable y procaz “Fernando is than faster than you” entre otras anécdotas por no mencionar el episodio de Singapur en donde “milagrosamente” el nano ganó para que luego el escándalo del “PiquetCrash” apartara para siempre a su padrino –Briatore- y dejara un halo de dudas: ¿Sabía Fernando de la trama?
La historia en los últimos años ha sido harto conocida. Para los millares de fanáticos diseminados a lo largo del mundo –Ya no solo habla hispana- Alonso es un héroe que lucha contra el “lado oscuro” del mal. Es curioso porque a fin de cuentas, Ferrari sigue siendo el equipo más poderoso en finanzas y política de la Fórmula Uno. Y entonces las preguntas se multiplican. Para algunos acuciosos y menos apasionados cabe la posibilidad de que este Alonso poco propenso a errores, batallador incombustible, exprimidor de todo tipo de ventajas, estratégico cual combatiente vietnamita, no es perfecto. Por los simuladores de Ferrari han pasado varios personajes que hacen suponer que el tema “técnico” no sea tan desarrollado en Alonso. A la brújula perdida en Maranello se suma la actitud crítica y sarcástica del príncipe asturiano. Sus aptitudes no comprenden el formar parte del trabajo de diseño y desarrollo del auto, él exige un material decente para colocar “la diferencia” que consiga éxitos. Distinto a Schumacher que formaba parte del valor de liderazgo y técnico pero también aunado a un “dream team” al mando de Maranello.
Alonso, también ha sucumbido a dos equipos que han dejado muy mal parados a los protagonistas habituales de la Fórmula Uno: Red Bull y Mercedes. El “Nano” forma parte de esa estructura que ganó todo lo posible de ganar hasta 2004. En ese momento ¿Quién diría que Ferrari era susceptible a ser desbancada? Pues lo fue. Y él formó parte de esa afrenta con su talento excepcional. El reto no es solo para Alonso, la Fórmula Uno es un deporte que premia la rara suerte de estar “En el lugar adecuado y en el momento adecuado” y la meta de Alonso es un tercer título. Fernando se ha tenido que morder la lengua cargando contra Vettel y su influencia es tal que ciertas masas se volvieron en contra del tetracampeón posiblemente por –buena parte- las directas apreciaciones de que su pelea es “contra Newey”. El problema para Alonso es que ahora no es Newey sino también toda una caballería casi militar de alemanes y –Gulp- Lewis Hamilton incluido como la vedette. Mientras, Ferrari designa a un hombre de mercadeo como nuevo líder de su gestión deportiva y desordenadamente ficha piezas de aquí y de allá. Además –Y como todo no podía ser malo- unifica en clara decisión personal de Di Montezemolo a Alonso con Raikkonen tomando clara superioridad inicial el español sin que las razones estén demasiado definidas. Buen aliciente.
Mucho en la Fórmula Uno es sicología. Los equipos rivales acicalan constantemente el ego de Alonso pero ¿Cuánto de real hay en eso? ¿Qué puede Mercedes pensar en fichar a Fernando si tiene una dupla sublime y en creciente capacidad de competición? ¿Qué tiene Red Bull en amargarse si tras un magnífico Ricciardo están Kvyat, Da Costa o Sainz Jr.? ¿Porqué Dennis arriesgaría tanto encontrándose con su piloto antagonista por supuesta exigencia de Honda? Ante este panorama, la luz al final del túnel se muestra difusa, neblinosa. Fernando parece no tener otra opción que apostar a Ferrari, a Matiacchi aunque esto pueda significar un cierto tiempo. De todos modos se debe recordar que todo cambia y que por lógica, más temprano que tarde Ferrari pueda volverse competente. El problema es la edad, la motivación y los demonios que rondan al indudablemente piloto más completo de la Formula Uno moderna. Pero quién juega los dados con dureza pudo esperar esto… ¿No es así Nano?
(Continuará)
Rubén De Almada
@F1Blogprix