En estos días, importantes protagonistas en la Fórmula Uno son esclavos de sus decisiones tomadas y por tomar. De sus conductas y actitudes. Parece mentira pero las palabras tienen un peso específico en la competición y las decisiones sobre esas palabras mas aún.
Red Bull deshoja la margarita. No cabe duda que dieron un balde de frescura con su filosofía de éxito obligando a los eternos protagonistas (McLaren, Ferrari) a reinventarse. Despreciados por ser una empresa «de bebidas con poco compromiso» asestaron una seria de campeonatos espectaculares con un staff envidiable de técnica y un enfoque filosófico inusual. Esto, sumado a su extraordinaria cantera de pilotos emergentes de su programa de desarrollo los convirtió rápidamente en protagonistas de lujo.
Un buen día las reglas cambiaron. La seguridad arrogante de los toros alados se desvaneció. Ellos percibieron que dichas reglas iban destinadas a perjudicar su dominio. Al margen de ello, lo que fue inesperado es el enorme desfase de su motorista -Renault- cuando la teoría indicaba que debía permanecer en alta nota con los nuevos y controvertidos V6 híbridos.
Lejos de alejarse de la mentalidad de la queja, Red Bull decidió convertirse en un arrogante amenazador. Sus éxitos en superarse técnicamente y políticamente y ganarse la buena «Pro» de Ecclestone se desvanecieron. Su decisión de confrontar con amargura y de manera pública a Renault por los fracasos -Pese a las aisladas victorias y podios que han obtenido y que les permite seguir figurando como un protagonista- les granjeó una situación de crísis: Renault ha migrado a una estrategia inesperada de tenencia de equipo propio en desmérito de ofrecerlo a «clientes» que se puedan volcar en su contra si algo no sale bien como en efecto ocurrió. Esto tiene consecuencias en las ganancias mercadotécnicas.
Ahora, la situación para Mateschitz y el agrio pirata de Helmut Marko es muy compleja. El tiempo se acaba. Ni Mercedes ha querido ofrecer motores y Ferrari se interesa pero aclara que la «Spec» ofrecida no será de primera línea. Es un poco cobarde de ambos pero al tiempo razonable. Quieren cerciorarse que un equipo cliente les patee la moral haciendo un auto mejor que el de propia factoría. Renault debía seguir siendo su elección. Renault se concentró en ellos y debería encontrar el camino mas temprano que tarde como lo dice su rica historia. Pero la impaciencia gana.
No hay solución en el horizonte. Tienen firmado acuerdo hasta 2020 de permanencia. Abandonar de manera forzosa sería una derrota. Resignarse a un propulsor que no mejore el horizonte también. Son esclavos de sus decisiones y de la hostilidad del entorno pese a los «esfuerzos» de un paternal Ecclestone.
Alonso. En este humilde blog lo dijimos: Era un error y un riesgo enorme -Aunque valioso- regresar a McLaren. Y él tenía que perder mas que Ron Dennis. En Suzuka estalló posiblemente, de manera premeditada. Tiene la firme convicción que su patética osadía de reclamar vía radio la potencia de su motor y compararlo a los estándares de GP2, generará mejoras. No tiene la paciencia de Vettel, la que tuvo Schumacher en liderar proyectos. Lo suyo es «dame el auto ganador» y punto. Sucedió con Renault, pasó a McLaren, regresó a Renault, pasó a Ferrari, regresa a McLaren. Él siempre ha decidido ¿De quién es la culpa? En la Fórmula Uno moderna, solo dos, máximos tres equipos son capaces de ganar y regularmente lo hacen por etapas. Lewis Hamilton decidió y vaya que lo hizo bien, Vettel lo propio. Nadie duda del talento de Alonso pero su arrogancia y actitud están fuera de contexto. No tiene opción: O rompe el contrato con pérdida escandalosa para él (No así para McLaren que tiene cantera de talentos mas baratos esperando su turno) o espera y trabaja expuesto al riesgo enorme de que el tiempo se termine convirtiendo en su verdugo final.
Y finalizamos con Romain Grosjean. Inevitablemente me recuerda -Salvando contexto y distancias- a Jacques Villeneuve. Tras la caída de rendimiento en Williams con quién coronó campeonato en su segundo año en la Fórmula Uno (1997) decidió migrar a un proyecto de su «amigo» Craig Pollock llamado «BAT» Tenían la insólita ambición de ganar en su carrera debut. No solo no ganaron sino que quedaron detrás de Minardi (Con un presupuesto mucho menor) y el canadiense abandonó 11 veces y consiguió un octavo lugar como mejor logro. Mas adelante, sería rescindido cuando el equipo era ya competitivo. Hoy día, el suizo francés decide aceptar la jugosa oferta de Haas, un equipo norteamericano que empezará desde realmente «cero» con motorización Ferrari. Romain, argumenta que la sinergia con Maranello es su razón de fondo aunque ya admite que la compra de Renault a Lotus podía haberle hecho redimir su decisión. Se pregunta uno ¿Cual era su apuro? ¿Porqué creer que Haas va a construir un auto capáz de ofrecer lo que al menos hizo el modesto Lotus este año con un nuevo podio, sobre todo en poco tiempo? ¿Porqué creer que Ferrari realmente se interesará en sus servicios habiendo toda una gama de opciones siempre para Maranello? Ojalá y tenga razón Romain pero si decidió mal -Como parece- ha condenado su carrera luego de estabilizarse como uno de los volantes mas capaces junto a Nico Hulkenberg.
Es que acaso ciertas decisiones se toman a 300kmh y con el DRS abierto…