Crisis por el desequilibrio. Tiene sentido. La Fórmula Uno esta en una crisis que ya tiene varios años de duración y si apuran mucho, se podría hablar de décadas. Sin embargo, el momento actual es especial por una razón concisa: La caída de las audiencias. El gran público esta agotado de varias cosas. Un calendario extenuante, con horarios cambiantes en extremo lleno de circuitos nuevos grandilocuentes para el turismo pero insípidos para promover la competencia. Un calendario que visita países en dudosa estabilidad social y política como son los casos de Bahrein o Rusia y que amenaza duramente a pruebas que no deberían estar bajo fuego como el caso de Monza. Se entiende el concepto de que nadie es indispensable pero esto se conecta justamente con la pregunta del porqué si es indispensable que un equipo -O dos- tenga poder de «veto» sobre decisiones específicas y peor aún, reciba una bonificación suntuosa, exclusiva y especial sobre todos los demás aunque ya tenga varios años sin ganar ni aportar nada novedoso. Y lo mas triste: No es o no son quienes mas la necesitan.
No puede estar en equilibrio un deporte-espectáculo con un solo mandamás que ataca a la Televisión abierta y se mofa de Internet y Redes Sociales. Que se preocupa porque el «paddock» este lleno de gente «indeseable» y que siga negociando derechos y deberes con mano de hierro obsoleta y anacrónica. Su modelo de negocio sin duda fue exitoso en la época industrial, su actitud autoritaria ha tenido pasajes necesarios y su voluntad de expansión no se discute. Pero los tiempos cambian y de qué manera. Son tiempos donde la comunicación y la coordinación es necesaria en todas las partes. No hacen falta jefes absolutos, sino líderes con don de jefatura que es bien distinto y que tengan departamentos organizados de gente competente, fresca y capáz.
El desequilibrio desciende al aspecto álgido de la igualdad de oportunidades para todos. La Fórmula Uno no puede conseguir imitar a su par de Indy Car, a su antesala de GP2, a la V8 Renault o WEC o DTM. No se puede vivir toda la vida de la vitrina de relativa «superioridad» mercadotécnica y tecnológica. Desde mediados de los 90, ganar es cada vez un asunto mas relacionado al dinero. Y el dinero lo ponen las grandes corporaciones. Hoy día son Mercedes y Ferrari los únicos que pueden alcanzar victorias y campeonatos. Mas adelante cuando maduren o se equilibren podrá ser Renault y Red Bull. McLaren esta en plena prueba de fuego sobre si su desarrollo en caída y su costosa alianza con Honda se lo permitirá a futuro. El punto es que quizás debamos precisar quienes pueden realmente competir: Un deporte de grandes constructores con tres autos por escudería o lo que sería mas hermoso al mejor estilo de los 70 y 80: Los equipos de artesanos donde los motoristas solo se incorporan como eso: Propulsores.
Lo último mencionado es alto complejo: Habría que limitar a Ferrari, Mercedes y Renault para que solo participen a ofrecer motores y eso es inviable. Pero hace pocas semanas el plan de FOM-FIA quedó sepultado por el absurdo poder de veto que tienen Mercedes y Ferrari: El motor «independiente» a bajo coste y buen desarrollo para equilibrar el absurdo de tener una competición con casi cuatro categorías distintas de opciones. Y esto, desestimula y mucho a las audiencias que quieren paridad, equidad, un poco de sorpresa. Solamente eso.
Finalmente y derivado de todo lo antes expuesto, la carrera tecnológica es casi armamentista. FIA ha deprimido a la Fórmula Uno con sus exigencias de propulsores ecológicos para que sean «ejemplos» ¿A qué o a quién? La costosísima tecnología actual en motores híbridos es absolutamente inútil de reproducir en autos de calle a menos que en el futuro lo haga Bugatti. Implica un costo que solo las corporaciones mas poderosas como Mercedes pueden asumir. Y aun así si se apura mucho a los directivos, hay mucha gente interna en dichas corporaciones que considera todo un desquicio total. Sí, se quiere tecnología que sea limpia pero al tiempo útil, sencilla y permisiva de la competición. Pasamos de la predominancia de la aerodinámica a las formas grotescas de propulsores refinados e inviables. Y ahora el asunto es que él primero que ha pegado es el que lleva una ventaja temeraria.
No hacen falta -Aunque emocionen- autos 5 segundos mas rápidos pero dispares entre sí. Hace falta libertad de diseño y acción para que lleguen soluciones derivadas del ingenio humano. No hacen falta dos carreras ni medalleros de podios, tampoco chispas forzosas ni artificios como DRS tan injustos. Hacen falta alerones delanteros fijos, difusores reventados, permiso de trabajo en el «downforce» y libertad de apéndices. Hace falta olvidarse de al menos 6 botones en el display del volante y ocuparse mas del subviraje o del sobreviraje.
No todo es malo actualmente pero deportiva y técnicamente, es poco lo que la Fórmula Uno da que hablar. Las audiencias ocasionales seguirán aumentando en la medida que pocos comprendan los cuatro compuestos de ruedas, o el porcentaje de consumo que se debe manejar para terminar un Gran Premio. Seguirán viendo ocasionalmente el deporte en la medida que la victoria sea en boxes o que las sorpresas la coloque la lluvia o un remoto imprevisto en pista. El reto es grande pero el tiempo se agota y la paciencia también…